¿Por qué es tan difícil terminar una relación de pareja?
¿Por qué es tan difícil terminar una relación de pareja?
Cuando se da término a una relación de pareja surgen muchas dudas tales como si la decisión que se tomó fue la adecuada o no, si es necesario darse una nueva oportunidad y volver a intentarlo, si es el otro quien debe cambiar para que todo mejore o si es uno el responsable. Todas estas preguntas aparecen desde el dolor y la rabia que significa el término de un proyecto en conjunto que se inició con muchas expectativas y deseos de que pudiese prosperar. Estas dudas muchas veces hacen que exista un ir y venir en la relación, ya que si bien alguno puede haber decidido dar fin al vínculo, luego resulta muy difícil poder mantenerla considerando todo lo que implica tal como dejar de verse y cambiarse de casa entre otros.
A partir de lo anterior, es posible preguntarse qué es lo que está a la base de esta indecisión. En este sentido se propone que la dificultad puede estar en sobrellevar un proceso de duelo, ya que si bien el término de una relación no alude a una muerte real de la pareja, si implica una muerte simbólica. Esto último, en ocasiones puede ser más complejo de aceptar, ya que a diferencia de una muerte real existe una decisión de alguno o de ambos miembros de la pareja por dar fin a la relación, lo que implica que siempre está la posibilidad de arrepentirse.
La pérdida de un ser significativo y su aceptación considera vivenciar distintas fases que son parte de un proceso, es decir, pueden existir traslapes y fluctuaciones entre ellas. A modo general es posible señalar al menos 4 fases cuando ocurre un quiebre amoroso:
1.- Fase de aturdimiento o etapa de shock: predomina la sensación de confusión e incredulidad. En algunos casos las personas pueden actuar como si no hubiese existido un quiebre en la relación, mientras que otros pueden sentirse paralizados. En esta fase existe mucho dolor y pena, por lo que es probable que la pareja intente buscar algún acuerdo con la ex-pareja que les permita volver. Esto se relaciona con el deseo de no separarse y de negar lo que está ocurriendo. Existe mucha ansiedad, frustración y desesperación.
2.- Fase de anhelo y búsqueda: se caracteriza por el deseo de reunirse con el otro, pero a diferencia de la etapa anterior lo que predomina es la hostilidad hacia la ex-pareja y el entorno. Aquí pueden aparecer intentos de venganza y chantaje hacia el otro. Además pueden aparecer las fantasías de la existencia de un 3ro o de que el quiebre se explica por falta de amor. Todo esto va acompañado de aislamiento social.
3. Fase de desorganización y desesperación: en esta etapa existen una serie de emociones de tipo depresivo que consideran frustración, desesperación y ansiedad entre otros. Existe una mayor conciencia de que es posible que la ex-pareja no regrese, por lo que predomina una tristeza profunda, soledad y desinterés por realizar actividades de la vida diaria.
4. Fase de reorganización: se caracteriza por una aceptación de que la relación llegó a su fin y que por tanto es necesario reorganizar la vida sin la ex-pareja y comenzar a preguntarse qué es lo que se desea. Esta fase puede ir acompañada aún con pensamientos de desprecio hacia el otro, ya que en muchos casos estos sentimientos permitirán comenzar a tomar distancia de la ex-pareja para construir proyectos propios. Aquí ya existe una reactivación de la esfera social y una búsqueda por el bienestar.
En función de lo señalado, es posible pensar que muchas parejas que terminan suelen dar inicio a la 1ra fase del duelo sin poder continuar hasta las siguientes, ya que les resulta muy difícil comenzar a asumir la pérdida del otro. De esta manera se niegan al quiebre e intentan nuevamente negociar una forma de continuar juntos. En este punto es importante cuestionarse si el regresar es más bien una forma de evitar la soledad y el plantearse un proyecto propio o si realmente responde al deseo de realizar cambios concretos en la relación que apunten hacia un bienestar en conjunto. La respuesta a esta pregunta puede ser vital para definir el camino a seguir, dado que la 1ra situación implica iniciar un proceso de trabajo personal que permita abordar los temores y buscar estrategias para afrontarlos. A partir de esto será posible experimentar las diferentes etapas del duelo. En el 2do caso, es posible proponer que el quiebre ha permitido valorar aspectos de la relación y de la pareja que se desean conservar y otros que son necesarios de mejorar para mantener un vínculo que reporte bienestar para ambos. En este sentido cada uno debe comprometerse a realizar acciones concretas para el cambio, de modo que no solo existan intenciones.
El tener claridad respecto al proceso de duelo al momento de terminar una relación puede ser de ayuda cuando existe desesperación y angustia, dado que son sentimientos esperados y necesarios ante un quiebre. A partir de esto la invitación es a ser pacientes consigo mismo, darse el tiempo requerido para vivir cada etapa y buscar apoyo si sienten que su vida se encuentra interferida de forma importante.