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¿Resignación o aceptación?

¿Resignación o aceptación?

Los seres humanos en muchas ocasiones vivimos momentos complejos que nos desafían a cuestionarnos cómo enfrentarlos. Estos nos pueden generar emociones asociadas al dolor, al sufrimiento, al desánimo, la frustración y/o impotencia de no saber qué hacer para superar aquello que nos aqueja. 

Para salir adelante de estos eventos adversos, manteniendo cierta tranquilidad y fuerza, es fundamental lograr aceptar aquello que nos ha tocado vivir. Sin embargo, para llegar a la aceptación, es necesario atravesar todo un proceso personal de reflexión y auto-observación, que puede ser interferido por la resignación. Pero, ¿cuál es la diferencia entre ambas?

Cuando hablamos de resignación, nos referimos a la idea de “esto es lo que hay”. Percibir aquellos eventos adversos desde esta óptica puede provocar mucha impotencia, bloqueos, frustraciones y dejarnos en una posición pasiva ante la vida. La resignación perjudica la posibilidad de hacer cambios que dependan de nosotros, gatillando así sufrimiento, resentimiento y amargura por vivir una situación que claramente no queremos enfrentar, pero que tampoco sabemos cómo modificar. “Esto es lo que hay, y no hay nada que pueda hacer al respecto”. 

Por el contrario, la aceptación supone comprender y observar las situaciones de la vida tal cual son, sin otorgarle necesariamente un juicio previo, es decir, “esto es lo que es”. Se trata de aceptar los sucesos de la vida independiente de que nos guste o no, porque no tiene sentido negar lo que es. Aceptar nos invita a tener una postura activa ante la vida, asumiendo que ello puede traer consigo sensaciones dolorosas e indeseadas, pero que al aceptarlas nos insta a buscar nuevas rutas de solución para avanzar y sentirnos mejor. “Esto es lo que es, y ¿qué puedo hacer frente a ello?”.

Aceptar es soltar la idea de querer cambiar algo que no depende de nosotros, aferrarnos a cómo nos hubiese gustado que fuese o ir en contra de cómo han ocurrido los sucesos. Vivir el proceso de aceptación no implica ir en contra de las circunstancias, sino más bien, refiere el ir junto con ellas tratando de tomar acción a partir de ese punto.

La aceptación promueve el hacernos responsables de nuestra vida y hacernos cargo de cómo afrontamos los sucesos que esta nos presenta. Va en contra de la idea de que sólo somos víctimas de las circunstancias, sino que nos invita a tomar acción para conseguir un estado de mayor bienestar. La aceptación no nos ayudará a hacer desaparecer el dolor, más sí a lidiar con él y a resignificarlo en otras expresiones de entusiasmo como  la fuerza y/o la gratitud. Esto promueve los procesos de aprendizaje y permite tener como resultado mayor crecimiento personal y evolución. 

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